APLICACIÓN PRÁCTICA DEL METODO TEACCH (primera parte)



El presente artículo no pretende ser una mera revisión de un método de enseñanza estructurada sobradamente analizado y del cual hay más que suficiente literatura.
Lo que te vas a encontrar en esta reflexión es mi experiencia diaria en el aula. Un aula concreta de un cole concreto, en la que trabajamos bajo el paraguas del método TEACCH (abreviación en inglés de Tratamiento y Educación de niños con Autismo y Problemas de Comunicación relacionados).
Un método de enseñanza que queda moldeado y matizado por nuestras características, por nuestra forma de ser, por nuestras virtudes y, por qué no decirlo, también por nuestros defectos.
Comenzaré estas líneas haciendo una breve revisión del método, tal y como lo diseñaron Eric Schopler y Gary Mesibov en la década de los 70 del siglo pasado en la universidad de Carolina del Norte (EE.UU). En la misma revisaré sus prioridades, objetivos, principios metodológicos y componentes.
A continuación, y entrando en la realidad de mi día a día, expondré las necesidades de apoyo de los alumnos con los que trabajo agrupadas en tres grandes áreas: área del lenguaje y de la comunicación, área social y área de la flexibilidad mental y comportamental. Estas necesidades de apoyo detectadas en mi alumnado son las que justifican la elección del método de trabajo en el aula objeto de esta reflexión.
El grueso del artículo es pues la exposición de cómo un método concreto de enseñanza estructurada se hace realmente efectivo en la medida que se adapta a nuestras características concretas a la vez que responde a nuestras necesidades de apoyo.
Concluiré el mismo con unas cuantas conclusiones consecuencia de la propia reflexión, pero, sobre todo, consecuencia de mi práctica docente.

...revisemos el método...

Como he citado anteriormente, el método TEACCH (en inglés, Treatment and Education of Autistic related Communication Handicapped Children) es un programa al servicio de las personas con trastornos del espectro del autismo y sus familias. Sus creadores fueron los psicólogos norte americanos Eric Schopler y Gary Mesibov y lo desarrollaron en la universidad de Carolina del Norte (EE.UU) en la década de los 70 del siglo pasado.
Las dos prioridades principales que tiene son que el alumno se desenvuelva de la forma más productiva, significativa e independiente posible según sus capacidades y la generación de conocimiento.
Los objetivos que con la implementación de este programa podemos plantear son:
1. Desarrollar estrategias para comprender distintos contextos.
2. Mejorar las capacidades cognitivas e intelectuales.
3. Reducir el estrés y la ansiedad.
4. Incrementar tanto las habilidades de aprendizaje como la motivación.
5. Mejorar las áreas motoras, fina y gruesa.
6. Mejorar la adaptación al contexto escolar.
En cuanto a los principios metodológicos subyacentes que debemos de tener presentes a la hora de su puesta en práctica, el primero que hemos de tener en cuenta es la presentación visual de toda la información posible. Además del uso de materiales adecuados (imágenes), este principio nos invita a utilizar y diseñar la propia estructura física del espacio de trabajo de tal manera que guíe visualmente al alumno hacia la comprensión de la tarea y hacia la posibilidad de realizarla correctamente eliminando cualquier estímulo distractor.
Toma especial relevancia la organización espacial, sobre todo cuando se presentan materiales con mucha información. Una buena organización, en la que la tarea y las indicaciones estén organizadas bien de izquierda a derecha o bien de arriba hacia abajo, puede evitar las dificultades de comprensión de esta.
Que la actividad planteada tenga un principio y un final y que, además, ambos queden bien claros al alumno disminuirá su ansiedad en el caso de que haya dificultades para comprender cuánto va a durar la misma. Además, tener la sensación de progresar hacia un trabajo terminado, sin duda, será una gran ayuda para el éxito en su realización. Finalmente, el alumno no impondrá su criterio acerca de cuánto va a trabajar o qué cantidad de trabajo va a realizar.
Rutinas sí, pero con cierta flexibilidad. La interiorización de rutinas ofrece al alumno una estrategia para comprender y predecir el orden de los sucesos que van a ir ocurriendo a su alrededor, lo cual, disminuirá muy probablemente su ansiedad, su agitación motora favoreciendo el desarrollo de su proceso de aprendizaje. Pero, evidentemente, el mundo no es invariable, con lo cual debemos trabajar la flexibilidad para conseguir una adecuada generalización de las destrezas adquiridas. ¿Cómo y de qué manera? Materiales de trabajo ligeramente diferentes, variabilidad en los recorridos a la hora de hacer desplazamientos, variabilidad en las estrategias de trabajo (independiente, con apoyo, en pequeño grupo, etc.)
Individualización. En mi modesta opinión, el más importante de los principios metodológicos. Cada uno de los alumnos, por mucho que puedan tener diagnóstico, rasgos y características comunes, son únicos y muy diferentes entre sí. Es por ello por lo que se debe adaptar el método a cada alumno para que, partiendo de sus puntos fuertes, pueda compensar sus dificultades y tener el máximo éxito posible en su proceso de aprendizaje.
Por último, y en cuanto a los componentes del método TEACCH, haré una breve enumeración de estos. Incluiré su explicación en la parte del artículo donde muestro la adaptación del método al trabajo diario en nuestra aula.
Los dos componentes principales son la enseñanza estructurada y las tareas en cajas o bandejas autocontenidas. A su vez, la enseñanza estructurada se compone de los siguientes: estructura física del entorno, agendas, sistemas y material de trabajo y estructuración e información visual.

...¿qué necesidades hay que compensar?...

Una vez revisados, de manera general, los aspectos principales del método TEACCH tal y como fue diseñado, expondré de manera general las necesidades de apoyo de los cuatro alumnos con los que trabajo día a día, dan sentido y justifican el uso de esta forma de trabajar estructurada. 
Son alumnos con necesidades de apoyo en tres grandes áreas: 
  • Necesidades de apoyo en el área del lenguaje y la comunicación: Los cuatro presentan un buen nivel en cuanto a lenguaje comprensivo. En cuanto al lenguaje expresivo, carecen de un lenguaje oral funcional y con una intención comunicativa real. Las capacidades en esta área van desde el mutismo casi total en dos de los casos hasta la presencia de un lenguaje oral ecolálico y sin apenas funcionalidad en un caso pasando por la emisión de palabras sueltas acompañadas de signos relacionadas con necesidades fisiológicas básicas en el caso restante.
  • Necesidades de apoyo en el área social: Son alumnos que no presentan problemas de convivencia entre ellos, ni en el aula ni en el resto de los espacios comunes como comedor y patio. Aun así, tienden al aislamiento y no buscan la relación con los iguales de una manera espontánea. Para que esta relación aparezca ha de ser inducida y no llega a ser plenamente funcional. En cuanto se retira el apoyo, por lo general, cesa o disminuye considerablemente. Son alumnos que tampoco presentan problemas de convivencia con el adulto en general, sobre todo si este adulto es una referencia para ellos en su día a día. En resumen, hay una escasa intención comunicativa.
  • Necesidades de apoyo en el área de flexibilidad mental y comportamental: Para prevenir la aparición de posibles conductas inadecuadas, pero, sobre todo, para conseguir el mejor funcionamiento y aprovechamiento posible en su proceso de aprendizaje, los cuatro necesitan de un entorno tranquilo y predecible. Se hace necesaria la anticipación de lo que va a ocurrir en cada momento. De esta manera, disminuye el estado de ansiedad y de alerta ante los posibles cambios imprevistos, mejorando su nivel de atención y predisposición hacia la tarea propuesta.

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