UNA EDUCACIÓN DE LO MAS ESPECIAL... IZADA.



 El pasado 24 de enero, y de la mano de Patricia Marcos, tuve la oportunidad de compartir mi experiencia y alguna que otra opinión como maestro en la sección Capaces del períodico 20 minutos.

Desde hace cuatro cursos soy tutor de un grupo de alumnos con perfil de trastorno del espectro del autismo con discapacidad intelectual asociada. Este último es, precisamente, el demominador común a todo el alumnado escolarizado en el colegio. Todos presentan en mayor o menor grado una discapacidad intelectual si bien, los perfiles y diagnósticos son muy diversos: Trastornos del desarrollo, parálisis cerebral, síndromes genéticos, trastornos sensoriales, y un largo etcétera que hace de la mayoría de las aulas unos grupos muy diversos.

Esta diversidad en determinadas aulas, complica dar una respuesta adecuada a cada una de las necesidades que presentan los alumnos. Dicho de otro modo "es dificil en cuanto a las posibilidades que tienes de hacer un trabajo más especializado, técnico o con un perfil más científico" (Beatriz Gómez, 20minutos, 3.01.23.) Incluso, en un aula con un perfíl teóricamente más homogéneo como es un aula TEA, hay una gran diversidad. Como me gusta decir, "hay tantos autismos distintos como personas con autismo". Si bien es cierto que puedo "controlar muchísimo más los estímulos ambientales y de otro tipo, rebajando así el nivel de ansiedad de los alumnos y pudiendo centrarme en el proceso de enseñanza aprendizaje".



Enlazando con el proceso de enseñanza y aprendizaje, cuando me planteo un objetivo a conseguir con el alumnado, lo marco en función de su discapacidad intelectual. Siendo su perfil TEA, es decir, su perfil en el área de comunicación y lenguaje y su perfil en el área de flexibilidad mental y comportamental, el que me marca y define el camino que debo seguir para poder llegar con éxito al cumplimiento de ese objetivo marcado inicialmente.

Tres son los pilares básicos en los me baso para poder llevar a cabo un método de trabajo estructurado, que anticipe y que organice en tiempo y en espacio el trabajo del alumno:

  1. Estructura física del aula: La clave está en que el diseño y la organización física de la misma propicien que el alumno asocie a cada lugar un tipo de conductas determinadas. Es decir, que el alumno, por el mero hecho de estar en un espacio u otro del aula, anticipe de manera muy aproximada qué es lo que va a pasar y cómo va a pasar.
  2. Comunicación: Aquí la clave es dotar al alumno de una herramienta de comunicación que realmente sea eficaz y ajustada a su perfil. Si lo conseguimos, está comprobado que aumenta en gran medida su autonomía. Y, por si esto no fuera suficiente, aumentando su autonomía, aumenta su autoestima y disminuye su pasividad con lo que disminuyen los problemas de conducta.
  3. Apoyo y soporte visual: La clave está en "convertir las imágenes en palabras visibles". El motivo no es otro a que, diariamente, compruebo que la información les llega con una mayor eficacia por el canal visual en comparación con la eficacia con la que les llega por otros canales.
Una vez repasados los tres ejes fundamentales sobre los que baso mi intervención en el aula, quiero destacar dos aspectos que comenté en la entrevista y me parecen muy importantes y de gran relevancia:
Me refiero a los intereses restringidos y a flexibilizar las rutinas.

Es muy común ver a los intereses restringidos de determinados alumnos como una dificultad que hay que superar, una barrera que hay que vencer. En resumen, no tienen buena fama.
Sin embargo y en mi opinión, los intereses restringidos si los conseguimos adaptar y llevar a nuestro terreno pueden ser un buen punto de partida para poner al alumno en un nivel de motivación y de actitud hacia la tarea bastante óptimo. Ante una tarea nueva, qué mejor que ambientada o envuelta en un centro de interés del alumno.
Ya habrá tiempo, evidentemente, para ir poco a poco ampliando y enriqueciendo el abanico de intereses.



Con respecto a flexibilizar las rutinas pasa, y permitidme la comparación, un poco lo mismo que con los intereses restringidos.
Que los alumnos con un perfil específico, como es el perfil de los trastornos generalizados del desarrollo, tengan una serie de rutinas diarias les aporta seguridad y les disminuye el nivel de ansiedad que les generaría el no saber "qué va a pasar". Pero no solo disminuimos el nivel de ansiedad en el alumno, cosa que ya de por si es muy positivo de cara a enfrentar la tarea en un estado emocional y de confort adecuado. El adquirir una serie rutinas diarias, además, convierte al alumno cada vez en un alumno más autónomo. Y esa autonomía tiene dos "efectos colaterales" a cual mejor. El primero es que un alumno cada vez más autónomo, es un alumno con una autoestima cada vez mejor, ya que cada vez hace mas cosas él solo. Y el segundo "efecto colateral" es que si un alumno es cada vez más autónomo, sus tiempos de inactividad son más cortos y menos frecuentes con lo que, con toda probabilidad, evitaremos un buen número de conductas desadaptadas asociadas a esos periodos de inactividad nada beneficiosos.

Para finalizar, quiero resaltar la labor de los docentes y de las familias como eje angular de toda intervención. Ambos, docentes y familias, vamos en distintos remos pero en el mismo barco. La labor de las familias es fundamental para nuestra labor de docentes. Docentes que, por otro lado, tenemos la obligación de no "parar de aprender", de adaptar los entornos para que realmente se adapten a los perfiles. Para mi, es el docente y el método aplicado por este quienes han de estar adaptados a los distintos perfiles del alumnado y no al revés, cosa que lamentablemente no es demasiado frecuente. Citando a la compañera Ana Fernández, "un maestro de especial debe estar bien formado y motivado para sacar el máximo de sus alumnos". (Ana Fernández, 20minutos, 27.11.22.)

Aquí os dejo el enlace a la entrevista completa hecha el pasado 24 de enero de la mano de Patricia Marcos.


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